lunes, 27 de julio de 2015

CHUAO: PUEBLO DE COSTA Y CCAO

CHUAO:PUEBLO DE COTA Y CACAO
Un valle famoso de la costa aragüeña, por donde corre el río Tamaira, con tantas histo­rias viajando por sus aguas, es Chuao, parro­quia del municipio Santiago Mariño, con un fascinante poblado aposentado a cinco ki­lómetros de la playa. Un fruto de su genero­sa tierra ha conquista­do el envidiable reco­nocimiento de ser con­siderado, desde la épo­ca colonial, como el «Mejor  Cacao del Mundo».
Prólogo de su historia
El 23 de febrero de 1568, Diego de Lozada, fundador de Caracas, otorga a Justo Desque una encomienda en la costa, el valle de Chuao incluida en ella, pero es Abraham Desque quien aparece como enco­mendero. Todo hace presumir que se trata de la misma persona. Para 1591 la encomienda está vacante y el gober­nador Diego de Osorio la concede a Cristóbal Mejía de Avila. En 1649, por resolución del gobernador Pedro León Villarreal, Pedro de Liendo -esposo de Catalina Mejía de Avi­la- recibe las tierras de Chuao. Corriendo los días de 1671, Cata­lina Mejía instituye la obra pía y dispone que, con la venta del cacao, se costearía las capella­nías del Convento de San Francisco y del Hospital de Caracas y se pagarían los dotes (matrimoniales) de las casaderas pobres. El obispo Mariano Martí, en su peregrinaje por Venezuela, llega a Chuao el 31 de diciem­bre de 1772, ordenan­do la conclusión de la iglesia que estaba en construcción. Después de la Independencia, Simón Bolívar, por de­creto del 24 de junio de 1827, entrega el sitio y la hacienda a la Univer­sidad Central de Vene­zuela.
Presidentes propietarios del lugar
Dos mandatarios ve­nezolanos que, en ejer­cicio del poder, se hi­cieron dueños de gran­des extensiones de te­rrenos, se citan como propietarios de Chuao. El primero fue Antonio Guzmán Blanco, que la adquiere por compra que hace al señor An­tonio V. Medina, según consta en documento registrado en la Ofici­na de Registro del Dis­trito Federal, el prime­ro de junio de 1886, bajo el N° 800 del Pro­tocolo Primero, tomo 2; instrumento registra­do también en la Ofici­na Subalterna de Regis­tro del Distrito Girardot del Estado Aragua. el veinticinco de julio de 1886, bajo el N° 56 del Protocolo Primero.
A la muerte del Ilus­tre Americano, la here­dad corresponde por partes iguales a sus cin­co hijos varones: Ber­nardo Antonio, Diego, Roberto, Simón y An­tonio; quienes venden al general Juan Vicen­te Gómez, identificado en el documento como «mayor de edad, Co­mandante en Jefe del Ejército Nacional, pro­pietario, hábil para contratar y residencia­do en la ciudad de Maracay, capital del Esta­do Aragua». El precio convenido para la ven­ta fue un millón qui­nientos mil bolívares, que los vendedores de­claran haber recibido en dinero efectivo y a satisfacción. También hacen constar que la hacienda Chuao «tiene una servidumbre activa a su favor, de derecho de paso por la hacien­da Guayabita, para comunicase con Turme­ro». En la venta queda incluida «la marca de comercio Chuao, expe­dida por el Ministerio de Fomento de los Es­tados Unidos de Vene­zuela, 31 de octubre de 1909, bajo el número 262, para distinguir los cacaos de la hacienda vendida y también los derechos que puedan pertenecer a los vende­dores en materia de hi­drocarburos y demás sustancias similares». Este documento está firmado entre otros por el doctor Rafael Max Valladares, otorgante apoderado del señor Antonio Guzmán Blan­co (hijo) y está registra­do en la Oficina Sub­alterna de Registro del Distrito Mariño del Es­tado Aragua, el 20 de octubre de 1930, bajo el N° 12, Protocolo Pri­mero, cuarto trimestre; me fue facilitado por mi habitual pesquisa por lo histórico: Pedro Reyes Ponce.
Miscelánea final
En anterior párrafo se lee que está oficiali­zada una marca comer­cial, para distinguir los cacaos que produce la tierra que motiva la presente crónica, recor­datorio que hago para desvirtuar una nota aparecida en la página F-8 del diario El Siglo, correspondiente a su entrega del 29 de octu­bre del año 2000, don­de se puede leer que el Ministerio de Produc­ción y Comercio (MPC) «otorgó la pri­mera solicitud de deno­minación de origen al famoso cacao de Chuao, cosechado en nuestra costa aragüeña. Esta es la primera vez en la historia que se concede una denomi­nación de origen en Ve­nezuela, de un produc­to notorio, autóctono de una región geográfi­ca determinada». En verdad el otorgamiento de marca de origen se dio al «Mejor Cacao del Mundo», en la fe­cha anotada en el docu­mento de venta al ge­neral Juan Vicente Gó­mez: 31 de octubre de 1909, bajo el número 262. El otro comenta­rio adicional lo motiva el otorgante apoderado de uno de los vendedo­res, el abogado Rafael Max Valladares, profe­sional dedicado a los negocios. Cuando los lagos de asfalto y otras manifestaciones del petróleo captaron la atención de nacionales y extranjeros para su posible explotación, Rafael Max Valladares, el 2 de enero de 1912, recibe la más grande concesión petrolera que hubiera entregado el gobierno de los Es­tados Unidos de Vene­zuela. El día 4 del mis­mo mes y año la trans­fiere a la Caribbean Petroleum.
Chuao es un tesoro de la costa aragüeña, con casi todo lo que pueda esperarse de un destino caribeño; es un extraordinario lugar que ha deslumhrado, durante cientos de años, a los viajeros que tienen la suerte de conocerlo. Allí se lle­ga por mar desde Choroní o por senderos de montañas de exube­rante vegetación; una de esas veredas, ser­penteando la espesura del Parque Nacional Henri Pittier, comuni­ca al pueblo de los Dia­blos Danzantes con Turmero.

UNA HISTORIA DONDE YA NADIE ESTA!!

UNA HISTORIA DONDE YA NADIE ESTÁ!!!
Para los que nunca nos hemos alejado de nuestro pueblo, esta cró­nica es un eco reflejado en los recuerdos, porque es un resucitar de imá­genes del antiguo vecin­dario, de la época en que todos nos conocía­mos, cuando nuestras calles eran de tierra, sin nada por encima que aplacara el polvo, que inmisericordemente se adhería al cuerpo y a la vestimenta. En ese tiem­po, al acercarse el mes de febrero, escogían una de esas vías y con palos y bambúes, amarrados con mecates, cerraban las bocacalles: en un extremo hacían el corral para los astados y ya estaba lista la manga para el coleo de los cua­tro días de fiestas en honor a Nuestra Señora de Candelaria. Luego, alegrías a raudales, pasodobles y lazos, colea­dos en la camisa de los deportistas por hermo­sas mujeres, en premio a las hazañas de los co­leadores.

En ese escenario, que podía ser cualquier ca­lle pueblerina, destacó la figura de Juan de Dios Rodríguez La Rosa, nacido en nuestra tierra, con suficientes credenciales para ser considerado, en su épo­ca, el mejor coleador de Aragua. En sus hechiza­dos admiradores causa­ba delirio y emoción, seguidores que llegaron a identificarlo como Juan Pila. Por sus des­trezas era infaltable en los festivales organiza­dos en los pueblos ve­cinos. Sus experiencias trató siempre de trans­mitirlas a los jóvenes que se iniciaban en el rudo deporte del coleo.

En la tarde del 2 de febrero de 1957. Juan Pila, montando su caba­llo Tabaquito, salió a troche y moche y demás sebos deparados por su veteranía, a cubrirse de glorias y de lazos, en la larga calle Ricaurte. Pero el destino, en la esquina de Flor de Mayo, tenía una aviesa intención para él: su corcel le derriba y luego cae sobre su hu­manidad. Por el acci­dente es conducido por sus amigos a la casa de Jesús Gavidia, veterano gallero y experto caza­dor; al día siguiente, al no mostrar mejoría, es trasladado al Hospital Civil de Maracay, don­de su existencia se apa­ga. En el ceremonial de su despedida, manos del pueblo adornaron su ataúd, con muchísimos lazos de diferentes co­lores. En su honor, los jóvenes a los que siem­pre trató de enseñar, se organizaron en el Club de Coleo Juan Pila, siendo registrado en el IND como la primera asociación de su tipo. Posteriormente, ese pri­mer club, en conversa­ciones con similares de otros estados, fue base para la constitución de la Federación Venezola­na de Coleo. Sólo me resta agregar que jamás se ha visto otro coleador como Juan Pila.

Leer pequeñas histo­rias (como esta) es des­pertar los recuerdos de la nostalgia, es "buscarse donde uno ya no está" (Femando Savater).
NOTABLES DE LA CIUDAD
Tengo, entre mis cosas más apreciadas, un folle­to mecanografiado en 1961, que me obsequiara su autor Félix Acosta, con el título Algunos datos sobre figuras notables de Turmero, compilación de pequeñas biografías lo­gradas con habilidad y destreza, gracias a la pa­sión que siempre tuvo el referido escritor por la in­vestigación histórica. Leerlas es mirar el ayer a través de un hombre que construyó, con su autodidactismo, su sapiencia en torno al pasado de su pue­blo. Las semblanzas que siguen tienen sustento en sus indagaciones.



Esbozos biográficos

Matías Lovera, este patriota aparece en el es­crito gratulatorio, redac­tado por Andrés Pacheco Miranda, colocado en el ahora inexistente mono­lito cuya parte superior exhibía el busto de San­tiago Mariño. Fue un hombre de coraje, defen­sor jurídico de muchos que tuvieron protagonis­mo en la vida de la Pri­mera República. Ningu­no de sus defendidos fue al paredón, como solici­taban las autoridades co­loniales. Se supone que era hermano de Juan José Lovera, también incluido en la misma inscripción de reconocimiento.

En relación a Matías Lovera, es pertinente una aclaratoria. Al plasmar los nombres de los héroes tur-mereños, en la nueva ta­bla recordativa adosada al pedestal de la estatua del héroe epónimo, su nombre fue omitido, interrumpien­do la perennidad que se debe a su memoria.

Fernando Tremarías se afilia al movimiento independentista desde la Primera República. En­frentó a Vignoni en los sombríos sucesos de Puerto Cabello; se le si­guió juicio por intentar volar el castillo de esa ciudad portuaria. Sufrió prisión en Puerto Rico.

Domingo Tremarías, sacerdote que abraza la misma causa de su her­mano. Por su participa­ción en la República de 1812 soporta innumera­bles arrestos.

Vicente Villanueva, desde Bogotá en 1828, el Libertador lo nombra se­gundo comandante del Batallón de Milicias de Aragua.

Braulio Barrios, hom­bre de inquietudes, asiste a la convención de Valen­cia en 1830. Junto al sa­bio Vargas, serán las úni­cas voces que se oyen con­tra las ingratitudes que le­vantan a Bolívar. Luego aparece en Caracas, diri­giendo un periódico deno­minado La Prensa.

Francisco de Paula Guevara Santander, en su juventud, escribió algunos folletos sobre poesía, co­laboró en periódicos de la época. Desempeñó impor­tantes posiciones en la Corte de Casación.

Doctor Adolfo Fridensberg, notable médico nacido en La Guaira el 14-4-1849  y radicado en Turmero, donde muere el 16-5-1908. Fundador del "Socorro Popular", para beneficio de las clases ne­cesitadas, que él receta­ba gratuitamente y logró que el comercio pagara las medicinas. El doctor Fridensberg fue, además, catedrático de la Univer­sidad Central, trabajó en asuntos literarios con el doctor Rafael Seijas, es­tudió las aguas termales de Barbacoas. Fue miem­bro de la Sociedad de Ciencias Físicas y Natu­rales de Caracas.

Hermelinda Ramos, la segunda Teresa Carreño de Venezuela. Recorrió con su arte a la América, murió en Brasil.

Mercedes Sarco Villena, calidad extraordinaria fueron las manos de esta mujer, para la ejecución del piano. Logró ser con­tratada por una compañía de arte lírico que recorre toda Venezuela y parte de Las Antillas.

Valeriano Ramos, mú­sico y compositor (1896-1957). Autor de Brisas de Aragua, Valle de Chuao, Aires de Turmero, El gua­rapo, El pajarilla aragüeño, el joropo Pancho Pepe. Su marcha en ho­nor al coronel Pedro Arévalo es la consagración de su talento musical.

Rafael Ravelo Cáceres dedicó su vida al ejer­cicio de la docencia. Re­gentó una escuela muni­cipal de varones, las cla­ses eran nocturnas, para atender a los jóvenes que trabajan en el día. Su sueldo mensual era de sesenta bolívares.

Rafael Seijas nace en Turmero el 17 de marzo de 1836. su partida de bautismo fue localizada por el doctor Ciro  Guzmán en los libros de la Iglesia Nuestra Señora de Candelaria. De joven via­ja a Caracas, donde hace sus estudios de secunda­ria y universitarios. Fue políglota, con excelente dominio del latín, fran­cés, inglés y alemán. Ejerce el Ministerio de Relaciones Exteriores y es autor de la obra El de­recho interamericano. Hizo frente a la usurpa­ción inglesa en nuestra Guayana Esequiba. Falle­ció en Caracas en 1901.

Historiador historiado

Félix Acosta fue un hombre con el don de ha­cerse entender. Proclama­ba en todo momento su gentilicio turmereño; en verdad nació en nuestro pueblo el 15 de noviem­bre de 1909. Por sus ideas políticas sufrió exilio en La Habana, durante el go­bierno de la Junta Militar que sucede al maestro Rómulo Gallegos. Como historiador, toda su escri­tura se vuelca hacia atrás, alucinado por la riqueza cultural y la herencia his­tórica. Dividendos de esa adicción son sus obras: Chuao y su carretera. Orígenes de la Colonia Tovar, La imprenta y el periodismo en Aragua: Amador Guzmán, su mú­sica y el deporte. Valeria­no Ramos y su música po­pular, Venezuela y los despojos de Guayana. Su ciclo vital concluye en La Victoria, el 25 de julio de 1987. Había acudido a esa ciudad con motivo del 199° aniversario del nata­licio del general Santia­go Mariño.

Estas imágenes de celebridades emblemá­ticas de la ciudad es muestra del universo histórico de Turmero. '"La Versalles de Ara­gua", de donde provie­ne la imaginación de Mario Abreu y la inspi­ración de Federico Villena, el Rossini de América" (Luis Alberto Crespo).
UN JUGADOR INOLVIDABLE!!


El sábado 8 de septiembre del año 2001 fue un día de tristeza para los amantes del béisbol. Un pelotazo que no se sabe de dónde salió, deja out a Luis Rodríguez, estelar pelotero profesional, juga­dor de 16 campañas entre el Va­lencia Industriales y los Tigres de Aragua. Nació el 6 de marzo de 1937 en Turmero, específicamente en Güerito. hijo de Rafael Amos Rodríguez Pacheco y de María Carmona.

En el norte perteneció a la or­ganización de los Rojos de Cincinati, llegando a triple A; también jugó en Canadá y México. En la primera incursión a Estados Uni­dos bateó 370 con 20 jonrones; en Venezuela fue 4to bate en los equi­pos donde militó. Entre los juga­dores nativos, su brazo está con­siderado como el más fuerte y cer­tero de todos los tiempos, y fue el corredor más rápido de home a primera. Vitico Davalilo, otra glo­ria del béisbol venezolano, lo co­loca en su All Star como el mejor Right Field nacido en nuestro país. Después de su retiro, dedica su tiempo a los jóvenes de la Liga de Béisbol Menor de Maracay. don­de se mantuvo por 23 años.

En nombre de toda la gente de Turmero expresamos nuestras condolencias a su esposa Haydée, a sus hijos José Luis y Gustavo, a sus hermanos José Ángel y Leida Rodríguez y demás familiares cer­canos.