jueves, 16 de abril de 2015

Epónimos de  grandecía
Puedo escribir con cierta seguridad que na­die, o casi nadie, para acercarme más a la rea­lidad, recuerda en este año 2001 que en el cen­tro de la ciudad, al fren­te del antiguo Palacio Municipal, la demolida casa de los nueve pila­res, hubo un espacio tan arborizado como nuestra querida Plaza Mariño, donde los vecinos solían reunirse con gusto y pla­cer para su esparcimien­to en los ratos libres; quizás por su tamaño la gente la llamaba plazoleta. Como nunca estoy ni en el mismo libro, ni en la misma página, pude leer en un docu­mento municipal, fecha­do el 23 de octubre de 1937, firmado por el Síndico Procurador Mu­nicipal de la época, se­ñor Amador C. Guzmán, que el nombre oficial del lugar era Parque Simón Rodríguez. Fiel a mi ideología de darte a co­nocer el pasado de todos los rincones de la ciu­dad, busco auxilio en ese curioso colaborador de mis trabajos que es la in­vestigación histórica.
Origen de la propiedad
El génesis de la pla­zoleta lo encontramos en la adquisición que hace elConcejo Municipal del Distrito Mariño de un terreno al señor Si­món Bravo, que antes había pertenecido al ge­neral Francisco Navas Alcántara. El documen­to de compra está auten­ticado en el Juzgado del Municipio Choroní, por residir allí el vendedor, fechado el 13 de abril de 1921. El precio de la venta fue de cuatrocien­tos bolívares. La exten­sión negociada tiene los siguientes linderos: na­ciente, Casa Municipal y su fondo, calle en medio; poniente, casa de suce­sión Curtois y de Aureliano Trujillo: norte, casa de Amelia Blanco, calle en medio, y sur, casa de Olimpia Curtois, calle Miranda en medio. Este título de propiedad está registrado en la Oficina Subalterna de Re­gistro del Distrito Mariño bajo el número 18, en fecha 29 de abril de 1921. Las copias en los libros tienen las firmas de Carlos R. Rodríguez (presentador), Felipe Gómez López y Carlos Blanco Galeno (testigos) y Rafael J. Pérez (regis­trador).
El Parque Simón Ro­dríguez existió hasta 1940, cuando el general Francisco Linares Al­cántara (hijo) ejercía por quinta y última vez la presidencia del estado. Ese año el gobierno re­gional inicia la construc­ción de dos modestas obras; los trabajos con­cluyen el año siguiente y corresponde la inaugu­ración a las autoridades designadas por el go­bierno democrático del general Isaías Medina Angarita. El 24 de julio de 1941, el presidente del estado, Tomás Pocanís. en compañía del secretario general de Gobierno. Julio Morales Lara, ponen en servicio el Comedor Escolar Jo­sefa María Ramos y el Dispensario Médico Pe­dro Buznego Martínez, rebautizado luego como puesto de salud Josefina Martínez Rui de Díaz González. En el devenir de los años estas estruc­turas, en diferentes mo­mentos, prestaron servi­cio de prefectura, cuar­tel de policía, puesto de vigilantes de tránsito y sede de la biblioteca Fer­nando Rodríguez, respe­table institución que está muy réquiem in pace, por absurda decisión de un alcalde anterior.
Bosquejos biográficos
Josefa María Ra­mos, a quien la posteri­dad la conoce como Pe­pita Ramos, pianista de profundos conocimien­tos del género clásico, ejecutaba sus conciertos en su hogar de la hacien­da San Pablo, especie de ateneo donde se reunía lo más granado de la intelectualidad aragüeña. Era hija del general Pe­dro Etanislao Ramos y de Carmen Izaguirre.
El historiador Pedro Modesto Bolívar, en su artículo Turmero ante la historia publicado en la revista Candelaria-Turmero 41, hace la siguiente cita tomada de Manuel Modesto Galle­gos: "De las familias que con  más  frecuencia abrían sus salones en Turmero eran las Ramos una de ellas, donde co­nocí —afirma el autor en su narración— a los her­manos Vollmer, Federi­co y Gustavo, que de su hacienda El Palmar iban de San Mateo con fre­cuencia a visitar a la fa­milia Ramos, con quie­nes tenían relaciones amistosas, y cuando los Vollmer llegaban a San Pablo, las habituales re­uniones se convertían en agradables conciertos instrumentales, pues Fe­derico, además del violín, tocaba con gusto el piano; Gustavo, el vio­loncelo; Pepita Ramos es pianista de gusto, y su hermano Pedro maneja­ba la varilla con tal pre­cisión y sentimiento que le arrancaba al violín deleitosas armonías. Muchas veces a tan es­cogido cuarteto se agre­gaba el culto hijo del pueblo, Baldomero Guz­mán, músico de mucho genio que ejecutaba va­rios instrumentos, y era compositor inspirado".
Por una correspon­dencia de Pedro Ramos Izaguirre a su hermana. Eloísa Ramos de Rui, se sabe que en diciembre de 1885 la notable pianista Teresa Carreño pernocta en la hacienda San Pablo. "Como ella (Teresa Ca­rreño) se quedó en nues­tra casa, en la tarde im­provisamos una velada, estando presente mi com­padre Federico, quien junto conmigo acompa­ñamos a Teresita con nuestros violines, mien­tras ella cantaba y tocaba en el piano de Pepita. También se hallaba con nosotros el señor Guzmán, el general Gallegos, el padre Avelino Pina y otros amigos".
Pedro Rafael Buznego Martínez  nace en El Consejo el 2 de agos­to de 1875, farmaceuta de profesión. De 21 años escribe sus primeros poemas, influenciado por la corriente criollista del ambiente literario de la época; en El Cojo [lustrado se publican algunas de sus creacio­nes. En Turmero se es­tablece en 1912, estando al frente de la Farmacia Moderna, sitio de re­unión de los intelectua­les locales.
En Turmero ejerce la medicina y el Jefe Civil del Distrito Mariño, Pe­dro A. Rugeles, reco­mienda al Concejo Mu­nicipal, el 4 de abril de 1925, su nombramiento como médico de la ciu­dad, sugerencia que es aceptada por la Cámara Municipal. El día 7 del mismo mes y año Buznego se dirige al cuerpo edilicio en estos térmi­nos: "Ciudadano Isido­ro González, Presidente del Concejo Munici­pal. Presente. Acuso re­cibo de su atenta corres­pondencia fecha de ayer, en el cual se sirve parti­ciparme que el Cuerpo que Ud. dignamente pre­side me ha designado Médico de Ciudad de ésta población, con el sueldo mensual de ochenta bolívares. Al aceptar el cargo me es grato manifestar a Ud. i a la Corporación mis más expresivas gracias. Soy de Ud. Atento S.S. (firmado) Buznego Mar­tínez".
El doctor Buznego, como lo conocía el pue­blo, fue miembro del Concejo Municipal, ejerciendo incluso su Presidencia; también nos representó como di­putado ante la Asamblea Legislativa de Aragua. A comienzos de 1931 se traslada a Caracas como regente de la Farmacia Alemana (esquina de La Gorda). Fallece en la ca­pital de la República el 19 de junio de 1934.
Reflexiones finales
En el espacio del an­tiguo Parque Simón Ro­dríguez se yergue un edi­ficio de tres plantas, aún sin inaugurar, cubierto con tablillas de greda, con grandes ventanales en aluminio horneado y vidrios; será destinado a la Estación Central de Policía de Turmero.
El nombre del poeta Pedro Rafael Buznego fue escogido para distin­guir la Casa de la Cultu­ra del Municipio José Rafael Revenga. En el pasado mes de agosto se cumplió una variada programación para con­memorar el 126° aniver­sario de su natalicio.
Referencia obligato­ria en esta parte de mi escrito es la situación miñosa que presenta la casa de Pepita Ramos, testigo silente de épocas mejores, donde se re­unían intelectuales y ar­tistas del pasado. La vi­vienda se derrumba ante la indiferencia de los organismos municipales, estatales y nacionales, se ha convertido en peli­grosa guarida de gentes de mal vivir. Sus actua­les propietarios la adqui­rieron por documento registrado en Turmero bajo el número 32, pro­tocolo Io, tomo 3, en fe­cha 18 de octubre de 1999; allí se puede leer que el inmueble tiene 665,86 m: de construc­ción, 278,30 m2 de patio interno, 10 habitaciones, más habitación principal con baño y vestier, 2 ba­ños adicionales y corre­dor típico de casa colo­nial. El título de compra­venta citado, en relación a esta mansión, contiene una observación que re­produzco en toda su  textualidad: "Se encuentra inventariada por el Instituto de Patrimonio Cultural (IPC) como acervo histórico cultural de la nación, y en conse­cuencia con el artículo 43 de la Ley de Protec­ción y Salvaguarda del Patrimonio Cultural, no podrá ser objeto de de­molición o modificación alguna que altere sus condiciones originales de construcción, y por tanto sólo podrá ser res­taurada con la tipología y características de los materiales propios de la época".
Pepita Ramos y Pe­dro Rafael Buznego se abrieron paso en disími­les días, en el universo de la cultura, para dejar un legado imborrable que no acepta marchitez.
Cien años de intelectualidad
De la pasión por la ciudad y sus personajes, obligante es la indaga­ción en torno a uno de sus hijos, que presenta una biografía excepcio­nal y meritoria, por los variados campos de su quehacer intelectual, por ser un funcionario al ser­vicio de la República y por su condición de ofi­cial de Artillería del Ejér­cito venezolano. Me re­fiero al señor Andrés Pacheco Miranda, quien ve la luz en Turmero el 13 de febrero de 1885 en el hogar de los esposos José Pacheco Lugo y María Miranda Cabeza de Vaca, nativa de San Sebastián, nieta de un hermano del Generalísi­mo Francisco de Miran­da, Precursor de la Inde­pendencia americana. Recibe la instrucción ele­mental con maestros de su pueblo, entre ellos José Ángel Rodríguez; por informe que reposa en el Archivo Municipal se sabe que en 1895 es­taba matriculando en la Escuela de Niños del Municipio, siendo su preceptor el señor A. Montes de Oca. En cró­nica titulada "Los maestros de la edad feliz", don Andrés nos dice que su "sexto y último guiador mental" fue el señor Ra­fael Motamayor, que acostumbraba platicar con sus antiguos alum­nos "a la sombra de los árboles frondosos del Parque Mariño".
Su incorporación a las Fuerzas Armadas ocurre en 1900, quedando a las órdenes del coronel José Rafael Seijas. En 1901 forma parte de un cuer­po de 1.500 hombres, que invaden a Colombia por Carazúa (La Goagira), misión que termina en descalabro para las fuerzas venezolanas. Contando con 16 años se encuentra en La Victoria enfrentando a los 14.000 rebeldes que, acaudilla­dos por el banquero Ma­nuel Antonio Matos, pre­tendían derrocar al gene­ral Cipriano Castro; en esos combates sufre una herida en el brazo iz­quierdo, por lo que deci­de retirarse del ejército. Su amigo el general Francisco Linares Alcán­tara (hijo), le extiende un reconocimiento, donde puede leerse que el ciu­dadano "Coronel Andrés Pacheco Miranda, ha mi­litado en el ejército de Aragua, durante la cam­paña contra la revolución acaudillada por el gene­ral M. A. Matos y que, al prestar sus importantes servicios, se ha conduci­do con lealtad, valor y disciplina, haciéndose por tanto acreedor al recono­cimiento del Gobierno Li­beral Restaurador".
En su vida pública fue jefe civil de Santa Cruz, director de Política de Aragua, diputado y vice­presidente de la Asam­blea Legislativa del mis­mo estado, en el año 1908. En Miranda fue canciller de la Corte Su­prema del estado, secre­tario general, tesorero, secretario privado de Rufino Blanco Fombona; presidente del estado; diputado a la Asamblea Legislativa Mirandina. Entre 1939 y 1941, fue secretario privado del general Francisco Lina­res Alcántara, presiden­te de Aragua. Fue miem­bro de la Academia Na­cional de la Historia por el estado Miranda, del Cen­tro Mirandino de Historia y de la Sociedad Bolivariana. Ostentó la Orden Francisco de Miranda, en su segunda clase.
Andrés Pacheco Miranda, un autodidacta devenido en erudito, tuvo vocación por el periodismo y por las le­tras. Formó parte del equipo fundador de El Universal luego ingre­sa a La Religión; tam­bién fue colaborador de los rotativos La Esfera, El Heraldo, El Impulso y de varias revistas lite­rarias, su vinculación con el diarismo fue por 70 años. Como escritor trató —entre otros te­mas— la temática local y los recuerdos de la ju­ventud; varios de esos escritos fueron recopila­dos y publicados por el Concejo Municipal de Mariño en 1978, con el título de Turmero, tierra mía, con motivo de los 358 años de la ciudad.
También es suya la ins­cripción gratulatoria colocada en el pedestal de la estatua del héroe epónimo del municipio, donde se recuerdan los nombres de los turmereños que lucharon en la guerra emancipadora.
Andrés Pacheco Mi­randa en dos oportunida­des contrajo matrimonio, primero con Clara Anderson, luego con Pía Teresa García, de ambos matrimonios enviuda. El oficial castrista, autor de La tragedia del centau­ro, concluye su vida en Los Teques, el domingo 10 de abril de 1988, a la edad de 103 años. En su honor una escuela de la parroquia Samán de Güere luce su nombre como epónimo.
Descansa,  Molinete
Con Néstor Borges se ha ido un linaje. Se ha marchado un artis­ta de la plástica, ira­cundo y pugnaz, a quien siempre recor­daremos por su in­mensa obra, en nues­tro gentilicio más ín­timo; contemplar los trazos de sus pinceles es un regusto de la vida. Fue inquieto en todo su existir, por travesura se hizo no­villero y así nació Molinete, vivo recor­datorio de Manuel Rodríguez Sánchez, el gran Manolete de la tauromaquia españo­la. Alejado de los rue­dos, con su mote tau­rino se identifica en el dibujo publicitario. Un día de su adoles­cencia, Mario Abreu, el creador de los objetos mágicos, le vio pintando una lluvia y, fascinado por las con­diciones del mucha­cho, articula su reac­ción: "Mañana te lle­vo a la Escuela de Artes Plásticas". Al día siguiente el maes­tro y el novicio cruza­ron juntos el portón de la "Rafael Monas­terios" de Maracay, instituto que recibe a Borges como estu­diante.
Néstor Borges, o Molinete, como usted lo prefiera, fue pai­sajista. Buscador eterno de la belleza en las calles, en caminos y veredas de la cam­piña aragüeña. En la pesquisa de nuevos motivos para su arte encuentra inspiración en el agua, el aire, las hojas, las rocas, ele­mentos naturales que le llevan a lo abstrac­to, técnica que él bau­tiza como "Oxigena". Innovación que comienza en los mu­rales y luego la tras­lada a los lienzos, a los que da orden nu­mérico una vez termi­nados.
Presintiéndose en los lindes de la muer­te, el artista, nacido en Turmero el 26 de febrero de 1948, con su índice derecho se­ñalaba al cielo, para decir a su numerosa feligresía, siempre atenta a su irónico verbo: "Pronto estaré con mi pana Hugo". Molinete, cumplien­do su palabra, nos dejó el 1 de abril del año 2001.¡Qué ca­sualidad! Ese día es la fecha natal de su compinche Hugo Rangel.
Néstor: la copa de tu libar está vacía, nun­ca más será escancia­da con otros vinos, ni otra caña clara, ni otro anís, ni otro cocuy. Con tu partida ya es­tán juntos en la eterni­dad, tres irreverentes convictos y confesos: Mario Abreu. Hugo Rangel y tú, que fuiste el último en cumplir la cita. Descansa, Moli­nete, llegó el fin de tus andares.