martes, 6 de enero de 2015

ARTISTA DE LA PIEDRA


Las preguntas de un gru­po de estudiantes de uno de los institutos educativos de la ciudad, me han llevado a re­leer en mi bitácora los apun­tes que han permitido satis­facer la inquietud investiga­dora de los alumnos, escru­tadores noveles de los enig­mas de nuestra Ciudad. Na­vegar en el recuerdo me con­duce a la que fuera alcabala de la colonia agrícola de Guayabita y sus encargados, en diferentes épocas: Nieves Borges, Roberto Cadenas y Rafael Barilla Mora.
El señor Barilla Mora llega a Turmero en la década de los años cuarenta, alojándose en el modesto hogar de María Úrsu­la Bolaños, afectuosa mujer que en la época final de su vida deambulaba por las calles del pueblo impartiendo inocentes y amorosas bendiciones. La casa de la humilde mujer y la alcabala estaban edificadas en la misma parcela de terreno ri­bereño de Las Adjuntas, sitio donde confluyen las aguas humedecedoras de sementeras y campos florecidos de Paya y Guayabita, para formar el río Turmero. El recuerdo  inperpetuun de este hombre, está simbolizado en el monu­mento religioso erigido por él, con materiales del lugar, a la vera del camino que condu­ce a Guayabita. Para realizar­lo tuvo que transportar con sus manos piedras que ex­traía de las cercanas márge­nes fluviales, para construir, como si fuese el recién desaparecido Juan Félix Sán­chez, Premio Nacional de Artes Plásticas (1990), una ermita donde entroniza la imagen representativa de su devoción religiosa. El peque­ño santuario, con el paso de los años, milagrosamente se mantiene intacto, a pesar de estar en medio de la vía, por ampliación a lo que hoy es una carretera asfaltada.
Del señor Barilla Mora se ha perdido rastro en el tiempo. El fin de su peregrinaje en Turmero fue su cambio a otro lu­gar de trabajo. Todo hace pen­sar que ya rindió tributo a la tierra. De haber permanecido más tiempo con nosotros, el artista de pétreas edificaciones nos hubiese dejado algo seme­jante a El Tisure, conjunto ar­quitectónico comenzado a construir por Juan Félix Sán­chez en 1952. Su único legado debe ser preservado con orgu­llo, en nuestra amada ciudad, donde sus virtuosas manos plasmaron su obra, a la que fijó una losa con una inscripción testimonial, la cual se transcri­be con las mismas palabras y ortografía empleadas por el autor: «Gruta de Lourdes cons­truida en 1949 por el llanero barines R. Barilla Mora».


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