Las preguntas de un grupo de estudiantes de uno de los institutos
educativos de la ciudad, me han llevado a releer en mi bitácora los apuntes
que han permitido satisfacer la inquietud investigadora de los alumnos, escrutadores
noveles de los enigmas de nuestra Ciudad. Navegar en el recuerdo me conduce
a la que fuera alcabala de la colonia agrícola de Guayabita y sus encargados,
en diferentes épocas: Nieves Borges, Roberto Cadenas y Rafael Barilla Mora.
El señor Barilla Mora llega a Turmero en la década de los años
cuarenta, alojándose en el modesto hogar de María Úrsula Bolaños, afectuosa
mujer que en la época final de su vida deambulaba por las calles del pueblo
impartiendo inocentes y amorosas bendiciones. La casa de la humilde mujer y la
alcabala estaban edificadas en la misma parcela de terreno ribereño de Las
Adjuntas, sitio donde confluyen las aguas
humedecedoras de sementeras y campos florecidos de Paya y Guayabita, para formar el río Turmero.
El recuerdo inperpetuun de este hombre,
está simbolizado en el monumento religioso erigido por él, con materiales del
lugar, a la vera del camino que conduce a Guayabita. Para realizarlo tuvo que
transportar con sus manos piedras que extraía de las cercanas márgenes
fluviales, para construir, como si fuese el recién desaparecido Juan Félix Sánchez,
Premio Nacional de Artes Plásticas (1990), una ermita donde entroniza la imagen
representativa de su devoción religiosa. El pequeño santuario, con el paso de
los años, milagrosamente se mantiene intacto, a pesar de estar en medio de la
vía, por ampliación a lo que hoy es una carretera asfaltada.
Del señor Barilla Mora se ha perdido rastro en el tiempo. El fin de su peregrinaje en Turmero
fue su cambio a otro lugar de trabajo. Todo hace pensar que ya rindió tributo
a la tierra. De haber permanecido más tiempo con nosotros, el artista de
pétreas edificaciones nos hubiese dejado algo semejante a El Tisure, conjunto
arquitectónico comenzado a construir por Juan Félix Sánchez en 1952. Su único
legado debe ser preservado con orgullo, en nuestra amada ciudad, donde sus
virtuosas manos plasmaron su obra, a la que fijó una losa con una inscripción
testimonial, la cual se transcribe con las mismas palabras y ortografía
empleadas por el autor: «Gruta de Lourdes construida en 1949 por el llanero
barines R. Barilla Mora».
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