El 18 de diciembre de 1955, una noticia proveniente de Colombia,
propagada por las emisoras de radio y las televisoras nacionales, paraliza a
Venezuela y un manto de aflicción envuelve al territorio patrio: Francisco
José Cróquer Páez, el popular Pancho Pepe, había fallecido en Barranquilla, a
la temprana edad de 35 años, por accidente automovilístico, cuando
participaba como piloto en la llamada Vuelta del Atlántico. Según versión
recibida el mismo día del contratiempo, Pancho Pepe, por razones que se
desconocen, perdió el control de la dirección, el aparato que conducía impacta
contra un talud y cae a un precipicio de 150 metros, dando tres vueltas en el
aire, saliendo despedido en la última, recibiendo luego el impacto del auto
sobre sí. Llevado aún con vida a un centro asistencial, los médicos le
aprecian fractura en el cráneo, en la columna vertebral, en los brazos y rotura
de los pulmones. Su reloj se detuvo a la hora del accidente, pasadas las ocho
de la mañana.
«La Voz Deportiva de Amé-rica», como se le conocía, había nacido en
Turmero, el 23 de mayo de 1920, hijo de Cirilo Cróquer Barreto y Francisca Páez
de Cróquer; en su pueblo natal cursa la primaria en la escuela José Rafael
Revenga, luego en la Felipe Guevara Rojas de Maracay y la secundaria la
culmina en Caracas. Siendo adolescente, trabaja como operador de radio en «La
Voz de Aragua», radioemisora propiedad de sus familiares, donde brilla como
cantante de tangos, con el seudónimo Pepe el Tranquilo. En la capital de la
república, Pancho Pepe se hace símbolo de Radio Caracas y el pilar en que
descansaba Ondas Populares, emisora que se dedicaba únicamente a difusiones
deportivas, al comenzar la televisión fue uno de sus animadores sus compañeros
de trabajo cariñosamente le llamaban Panchón y Ronco. Hacía gala de sus
cualidades narrativas, en las transmisiones del béisbol profesional venezolano
y en los juegos de grandes ligas, al lado de Felo Ramírez, Buck Canel y Marco
Antonio de Lacavalerie; en su fácil palabra fue magistral su descripción de la
pelea campeonil de los pesos plumas, entre Sandy Saddler y WilliePep. Por su
calidad declamatoria, actuó al lado de Luis Edgardo Ramírez. Sus condiciones
actorales están perennizadas en un filme, de los comienzos de la industria
cinematográfica nacional, titulado Barlovento, producción sonora dirigida
por Fraiz Gijalba.
El casillero de la correspondencia de Francisco José Cróquer, en el
circuito radial donde trabajaba, tenía el número 18, después de su muerte se
consiguieron en ese buzón 35 cartas que le habían enviado sus admiradores,
además de una partitura musical, mensaje de alegría
para cantar sus glorias con las cuerdas del arpa, letra de Pablo Riera y música
del maestro turmereño Valeriano Ramos,
texto musical que de seguida te damos a conocer.
Pancho Pepe (Joropo)
A Pancho Pepe
le gusta mucho el joropo
porque es sabroso
y es mucho venezolano.
Es de Turmero
que es mi tierra aragüeña
mucho exponente
de este mi suelo llanero.
Quiere mucho este pueblo,
ésta su tierra
v siempre con todos es
como un hermano.
Se divierte con nosotros
como buen venezolano
de pura cepa.
Aunque está sepultado en Caracas, a
Panchón le cubre tierra turmereña: el día de la inhumación, un hombre entrado
en años pronuncia en el solemne acto un hermoso panegírico y dejó caer sobre
el ataúd una porción de suelo recogido en su casa natal; el venerable orador
era Fernando Rodríguez, su maestro de las aulas revenguinas, que en ese
instante recibió muestras de respeto de los presentes. El popular Pancho Pepe
no está presente, pero su voz se seguirá oyendo a través de las grabaciones que
han quedado en la radio y en la televisión.
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