DE MENE A ESTIERCOL DEL DIABLO
El petróleo, ese compañero de viaje de la economía venezolana,
poderoso nutriente del tesoro nacional, despierta la atención desde los
primeros años de la conquista; los españoles tuvieron conocimiento de un
"jugo de la tierra" de propiedades terapéuticas, que servía de combustible
para iluminar las noches y para calafatear las maderas de las pequeñas naves
acuáticas de los autóctonos; era el mene, como lo bautizaron nuestros aborígenes.
En los remotos años del siglo XIX, los hidrocarburos acaparan la curiosidad
de nacionales y extranjeros. En efecto, la primera concesión para explotar
asfalto natural se dio al subdito inglés D.B. Hellyer, en 1854, y la inicial adjudicación petrolera, en 1865, al gringo Camilo Ferrand. La Alquitrana, campo del estado Táchira,
arranca su actividad el 3 de septiembre de1878, fecha que se considera el comienzo de la industria de los
hidrocarburos en Venezuela. Al 31 de diciembre de 1920 estaban documentados 1.312 contratos de concesiones
para la explotación y desarrollo de campos petrolíferos; era una clara
manifestación de codicia, de aspirantes a obtener fáciles dólares con el
llamado oro negro; el más conspicuo buscador de fortuna, por esa vía, fue Max
Valladares, quien recibe la concesión más grande otorgada por el Estado
venezolano el 2 de enero de 1912. y el día 4 de ese mismo mes y año
la transfiere a la Caribbean Petroleum.
También en Turmero
En documento registrado en la Oficina Subalterna de Registro del
Distrito Mariño del estado Aragua, bajo el № 28, en fecha 20 de mayo de 1921,
los hermanos Bernardo A. y Roberto A. Guzmán Blanco declaran su "voluntad
de obtener permiso para la exploración de hidrocarburos, carbón y sustancias
combustibles análogas en la zona que en comunidad les pertenece, conocida con
el nombre de Guayabita, con una extensión aproximada de 9.515 hectáreas".
Los derechos de propiedad les fueron adjudicados a los citados propietarios,
en la partición de bienes del general Antonio Guzmán Blanco. El documento que vengo considerando en mis comentarios
tiene una valiosa información; la hacienda Guayabita estaba disgregada entre
varios propietarios y el Ilustre Americano la adquiere por sucesivas compras a
los diversos dueños: Modesto Urbaneja, Concepción Soublette,
viuda Santamaría; Julián, Manuel, Lastenia, Soledad e Isabel Santamaría;
Cecilia Santamaría de Sagarzasu y Concepción Santamaría de Borges; Isabel
Antonia Blanco viuda de Narvarte; Eduardo Ortiz; Alejandro Blanco Uribe,
Domingo Blanco Uribe, Antonio Carranza, Antero Pérez Arana: Eduardo Blanco y
Concepción Bustamante. Los datos de registro de las diferentes operaciones
los omito para no atiborrarlos de fastidiosos números y abundantes fechas.
Visto a través del tiempo, lo importante de todas estas cosas es la ausencia,
en el área, de exploración de "hidrocarburos, carbón o sustancias
combustibles análogas", como deseaban los hermanos Guzmán. Por eso, hoy
contemplamos en Guayabita la siembra de sus fértiles suelos, la intensidad de su cielo azul, sentimos la caricia de su brisa tropical y podemos
refrescarnos en las frías aguas de sus balnearios.
Notas finales
El Rey Petróleo, el excremento del diablo, como dijera el gran venezolano,
Juan Pablo Pérez Alfonzo (1903-1979), ha sido en Venezuela sustento del presupuesto
nacional, pero la volatilidad de sus precios en el mercado internacional perturba
el ejercicio fiscal previsto en el presupuesto del año 2002, causando preocupación
en los círculos económicos del país por lo sombrío de las expectativas.
El anterior trabajo es una porción de las raíces
históricas de nuestro lugar de origen y de nuestra residencia. La búsqueda de
identidad dura toda la vida.
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