domingo, 21 de diciembre de 2014

LOS AMANTES DEL TOCOPIO


Pedro Ladrón de Guevara era un nativo de Valencia, en cuyos alrededores tenía una encomienda; como era una persona atraída por las andanzas y aventu­ras, un buen día aban­dona sus pertenencias y funciones de encomen­dero para marcharse a los Campos de Marte. Con las banderas y ar­mas de su rey combate en España, Francia e Italia; los menesteres de la guerra le llevan a combatir por Cataluña, Burdeos y a Extremadu­ra presta servicios como capitán. Luego de mu­cho batallar en el conti­nente europeo, el beli­gerante hombre oriundo del Nuevo Mundo bus­ca reposo en su tierra venezolana, regresando cargado de fama y ex­periencia guerrera, para encontrarse con la dura realidad de la pobreza, pues había perdido en su ausencia la enco­mienda y otros bienes. Sus amigos vienen en su auxilio y le facilitan dinero y reses para que fundara un hato; su pri­mo, Juan Martínez de Villegas y Guevara, es­critura a su nombre la donación del valle y tie­rras de Tocopío, recodo al oeste de Turmero, tropical espacio donde el alado Cupido, mon­tando en su arco flechas de oro, hiere su corazón, igual que el de la india Marcela Martínez Part­ea, hija del cacique Juan Martínez Parica.
Como el capitán Pe­dro Ladrón de Guevara aspiraba a legalizar su unión con Marcela, en una época rígida y cas­trante, sus familiares se resienten, la hacen de­tener y trasladar a Ca­racas. Entonces, con in­creíble dinamismo, se llena de valor y enfren­ta solo a la oscurantista sociedad colonial llena de prejuicios, sin importarle lo fuerte que eran sus poderosos ene­migos. Solicita un Am­paro Real divulgado en las plazas públicas de Caracas y La Guaira; acude a la Real Audien­cia de Santo Domingo, ante la que expone sus servicios al rey y las persecuciones sufridas, por su intención matri­monial con Marcela Parica, suplicando su restitución al pueblo de Turmero. Al fin, el 17 de noviembre de 1676, la Audiencia coloca bajo Amparo a los amantes, noticia prego­nada en las plazas de Turmero y Cagua y se da cumplimiento a la devolución de Marcela a su pueblo natal. -
La vida de Pedro y Marcela culmina en matrimonio, llegando a procrear nueve hijos. La vida sosegada y feliz a que tenían derecho fue perturbada por los nu­merosos enemigos de la pareja; ante la impreci­sión de linderos y ocultamiento de hitos, em­prenden un acoso tra­tando de achicar la ex­tensión de sus tierras. Con razonados alegatos defendieron lo suyo y, como era natural pre­sentan sus títulos y la Real Protección de Amparo que les había otorgado la Audiencia. Al morir el capitán Pe­dro Ladrón de Guevara, Marcela y sus Gerónimo Ladrón de Guevara y Parica, heredero del indomeñable carácter de su padre, vehemente defensor de los indios de Turmero, llegando a ser cacique interino de ellos, nombrado por su tío Juan Martínez Parica.
Marcela, al igual que la princesa Diana de Gales, nunca fue aceptada en el seno de la familia política. Fallece en 1722; en su testamento perdona a sus enemigos, entrega su alma al Todopoderoso y su cuerpo a la tierra,  pide ser "sepultada bajo el arco toral de la iglesia, con el entierro que tenemos y han tenido los caciques, mis padres y abuelos". El recuerdo de Pedro y Marcela ronda en el tiempo, como símbolo de amor, entrega y pasión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario