lunes, 29 de diciembre de 2014


SENDA DE LUCES Y VIRTUDES



En añosos papeles más que centenarios, encuentro información de ese pasado tan nues­tro, de esa vida y ese tiempo que no ha de re­gresar, que en palabras escritas entrega sus se­cretos, relacionados con estudiantes y maestras, de un singular instituto educativo que funciona­ba en este Turmero, tan tuyo y tan mío, de reali­dades nunca soñadas.

El 9 de diciembre de 1886, a la una de la tar­de, se constituyó en la sede del Cabildo la Jun­ta de Examinadores nombrada por el Conce­jo Municipal del distrito Mariño, para evaluar el rendimiento del alumna­do de la Escuela Muni­cipal de Niñas, integra­da por los ciudadanos José Ángel Rodríguez, Manuel M Guevara Santander, Ramón A. Blanco, la señora Adeli­na de García y la señori­ta Leonor Blanco, quie­nes se trasladan al local del plantel y, en presen­cia de numerosas perso­nas, hacen el examen de las educandas, conforme a las materias del progra­ma de estudios de la preceptora Lorenza Alvarado, a saber: lectura, es­critura, religión, aritmé­tica práctica, gramática, geografía, historia de Venezuela y obras de labor. «La Junta dio cum­plimiento a su encargo, esforzándose en dejar satisfechos al Concejo Municipal, como a la preceptora y personas presentes, haciendo el examen con todo el es­mero y escrupulosidad que le ha sido dable; tie­ne la satisfacción de ha­cer constar en esta acta, que el resultado prome­te mucho para el adelan­to y moralidad de este pueblo, pues todas las educandas revelan apro­vechamiento y aplica­ción en todas las ramas de la enseñanza primaria. El acto fue precedido de dos discursos de apertu­ra dirigidos al presiden­te del Concejo por las educandas Ignacia Mar­tínez y Herminia Pache­co y termina con otros dos que dirigieron al mismo Magistrado, las alumnas Olimpia Borges y María S. Pérez. Los examinadores creen cumplido el encargo y excitan a la preceptora a continuar con el mismo celo desplegado hasta ahora, conduciendo a sus alumnas por la senda de las luces y la virtud».

Diez años después, en 1896, la Escuela Municipal de Niñas estaba regentada por la docente Balbina Cabre­ra, que había organiza­do el pensum de estu­dios, con las siguientes disciplinas: lectura, es­critura, aritmética, geo­grafía física y política, historia de Venezuela, higiene, moral, doctrina cristiana y labores di­versas, para enseñanza de las alumnas más avanzadas: Fausta Lira, Rosa A. Caballero, Eva María Chesneau, Clara Hernández, Eugenia Mejías, Mercedes Her­nández, Obdulia Mota-mayor, Emigdia Silva, Josefina Silva, Berta Caballero, María Buz­nego, Rosario Quevedo, Dolores C. Olmos, Fidelina Borges, Berta Romero, Francisca Sil­va, Emilia Tovar, María Borges, Ramona Garri­do, Josefa M. Rodrí­guez, Rafaela Inojosa, Ninfa Torres, Lastenia Rasco, Rosario Mejías, María García, Cecilia Martínez, Ramona Sal­vatierra, Leonor Alvarado, Rosalía Contreras y Raimunda Peraza. También había un gru­po de pequeñas que por vez primera ocupaban sillas de un aula, eran principiantes en la eta­pa de silabear, benjami­nes que respondían a los nombres de María Bor­ges, Ceferina García, Carmen Ayesta, Felicia Zambrano, Petra More­no, Francisca García, Carmen Bolívar, Petra Montes de Oca, Leonor Blanco Pacheco, María de J. Hernández y Ma­ría V. Olmos.

Insertado en los cambios que están ope­rándose en el país, en este mes de septiembre vuelve a la ciudad el bullicio de los niños y jóvenes que, por «la senda de las luces y la virtud», como decían los examinadores del pasado, vuelven a las aulas retomando la an­tigua fecha de reinicio de clases, con la nove­dad que en este año, por disposición del presi­dente Hugo Chávez Frías, los ahorros de los representantes no serán despalillados, en la can­celación de cuota algu­na. Los decimonónicos documentos que han servido para organizar este trabajo fueron lo­calizados en el fructífe­ro escudriñaje de José Rafael Torres Pérez, jefe del Archivo Histó­rico Municipal.



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